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22 enero, 2021 - Lectura 3 minutos.
22 enero, 2021 - Lectura 3 minutos.
Autolab / Conducción
Durante todo el año, haga frío o calor, cada cierto tiempo debes revisar los niveles de los líquidos del carro.
De ellos depende que el motor funcione bien y no tengas que visitar el taller antes de tiempo y con consecuencias, generalmente, más graves de lo deseado.
El lubricante es uno de los fluidos del auto cuya revisión se tiene más interiorizada.
Quien más quien menos conoce las consecuencias catastróficas de no cambiar el aceite o llevar el nivel por debajo de lo aconsejado (o por encima).
Por tanto, además de sustituirlo cuando indique el fabricante (entre 5.000 y 30.000 kilómetros, según modelo), hay que revisar su nivel con frecuencia.
Al menos una vez al mes y siempre antes de un viaje largo. Y si el coche es antiguo, mejor cada dos semanas.
1. Coloca el coche en un lugar plano y horizontal y deja que el motor se enfríe, ya que en caliente el nivel siempre es más alto.
2. Saca la varilla de medición y límpiala.
3. Vuelve a meter la varilla hasta el fondo y extráela. En el extremo de la varilla hay dos muescas que indican el nivel mínimo y máximo: comprueba dónde está la marca del aceite.
Lo más apropiado es acudir directamente al taller y pedir un cambio de aceite.
Los carros, especialmente los vehículos más antiguos, a veces consumen más lubricante de lo esperado y conviene hacer el cambio cada menos kilómetros.
Si el nivel es mínimo, también puedes pasar el trance (aunque tarde o temprano tendrás que ir al taller) añadiendo algo de lubricante.
Conviene saber qué graduación de aceite utilizaron la última vez para añadir uno de la misma clase.
Directo al taller. Allí retirarán el sobrante y comprobarán que ese exceso no ha producido ninguna avería por una presión excesiva.
El refrigerante cumple una misión fundamental entre los líquidos del carro: circula por el circuito interno del motor y absorbe parte del calor que genera la combustión, por lo que evita un sobrecalentamiento peligroso.
Un exceso de temperatura podría fundir los pistones e incluso desencadenar una peligrosa explosión interna.
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El refrigerante está compuesto, habitualmente, de agua destilada y anticongelante concentrado, que también se encarga de que el líquido no se congele y estropee el circuito en invierno.
En resumen, el refrigerante debe tener una temperatura de ebullición muy alta y una temperatura de congelación baja, aparte de propiedades anticorrosivas y antiincrustantes.
Conviene revisarlo cada 20.000 o 30.000 kilómetros y sustituirlo (antes de que pierda propiedades) cada 40.000 kilómetros o cada dos años.
1.Como en el caso anterior, el coche debe estar colocado en terreno llano y horizontal y con el motor parado y frío (de lo contrario, el líquido podría estar muy caliente y expulsar vapor).
2. Localiza la botella: es grande, cuadrada por lo general y traslúcida. Dos marcas indican los niveles mínimo y máximo.
Tan sencillo como coger un embudo y rellenar. Debes usar el que recomiende el fabricante y nunca mezclar dos distintos. Si no encuentras el que necesitas o no estás seguro de cuál es, rellena solo con agua destilada. Si el nivel es muy bajo y es invierno, rebajar la concentración de anticongelante echando mucha agua destilada puede resultar arriesgado, así que tal vez convenga una sustitución completa en el taller.
Taller. Porque vaciar el depósito implica buscar (y soltar) el tapón de vaciado, situado en la parte baja del radiador. Y esta operación puede resultar sucia y engorrosa y no puede hacerse en la calle.
Uno de los líquidos del coche menos importantes a primera vista, pero que también puede darte un disgusto. Aparte de que un parabrisas sucio resulta peligroso (sobre todo cuando da el sol de frente), quizá tengas problemas en la ITV. No siempre ponen pegas por llevar el depósito vacío, pero a veces sí, por lo que conviene llevarlo por lo menos medio lleno.
Muy fácil: si accionas la palanca y se mueven los limpiaparabrisas, pero no sale agua, es que se ha terminado. También sirve una simple observación del depósito ubicado bajo el capó, que también es traslucido para poder verificar cómo está.
Cuando has llegado al punto anterior, toca rellenar. Resulta sencillo.
1. Deja enfriar el motor para no quemarte al tocar alguna pieza todavía caliente.
2. Localiza el depósito: estará bajo el capó, generalmente en uno de los laterales y cerca del parabrisas (el tapón lleva grabado el dibujo del limpiaparabrisas).
3. Para rellenar, por lo general necesitas un embudo (o muy buen pulso) y un líquido específico, sobre todo para evitar que se congele con temperaturas muy bajas.
Esto solo puede pasar si te pasas al rellenar, así que basta con prestar atención.
No hace falta decir que el de frenos es otro de los circuitos hidráulicos del coche fundamentales para la seguridad, así que conviene revisarlo periódicamente (un par de veces al año, por ejemplo). El cambio de líquido será cada dos años, aproximadamente, ya que la humedad acelera su deterioro y el punto de ebullición se reduce también con el tiempo.
1. Con el motor frío, localiza el depósito. Lleva un tapón negro con letras amarillas.
2. Comprueba que el nivel está entre los indicadores de máximo y mínimo.
No queda más remedio que acudir al taller, porque lo más frecuente es que las pastillas de freno estén desgastadas (lo cual hace que el nivel aparezca más bajo).
Será extraño que pase esto, pero habrá que ir también a preguntar al experto.
Si tu coche tiene dirección asistida hidráulica o electrohidráulica, deberás comprobar (al menos una vez al año) el líquido de la dirección.
1. Con el motor caliente, localiza el depósito. Lleva un volante grabado en el tapón.
2. El mismo tapón suele llevar incorporada la varilla de medición. Límpiala, como hiciste con el aceite.
3. Vuelve a introducir la varilla y, al sacarla, comprueba que el nivel está entre el máximo y el mínimo
Puedes rellenarlo tú mismo, siempre con los líquidos que recomiende el fabricante.
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