¿Es recomendable inflar las llantas con nitrógeno?

Las llantas son las que nos mantienen en contacto con el suelo, deben tener suficiente profundidad en la banda de rodadura.

También un desgaste uniforme y una buena presión, para cumplir con esta última condición acostumbramos inflarlas con aire.

Pero desde hace un tiempo se ofrece la posibilidad de hacerlo con nitrógeno.

Este gas es uno de los principales componentes atmosféricos, el aire con el que inflamos nuestros neumáticos tiene un 78% de nitrógeno, un elemento fácil de obtener, incombustible e inodoro.

De dónde surgió la idea

Como muchos de los avances que llegan a los carros convencionales, el uso del nitrógeno para inflar las llantas llegó primero a los vehículos de competencia, cuando se dieron cuenta de la doble ventaja que significaba:

Por un lado el nitrógeno tiene moléculas más grandes que las del oxígeno, así que es más difícil que se escapen y el neumático pierda presión.

Por el otro impiden que haya fuego cuando las llantas estallen por la velocidad.

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Ya que tienen alambres de acero en las bandas y trabajan a temperaturas demasiado elevadas.

Sin embargo es importante aclarar que actualmente los carros de carreras normalmente se llenan con una mezcla especial de aire con nitrógeno.

Diseñada para minimizar las variaciones de presión en las llantas por el cambio de temperatura y Ferrari utiliza hidrofluorocarbono.

Ventajas

– Al ser un gas seco no contiene vapor de agua, así que el cinturón de acero de la llanta no se oxida.

Logrando aumentar su vida útil y conservando su flexibilidad.

– Al poner nitrógeno a las llantas la presión se mantiene correcta durante más tiempo.

Como las moléculas son más grandes es más difícil que se escapen, por lo que podemos estar alrededor de seis meses sin volverlas a inflar.

Aunque tenemos que revisarlas al menos una vez al mes.

– Se obtiene una mayor estabilidad de la presión de inflado a distintas temperaturas.

Porque la variación de presión entre una llanta fría y una caliente es insignificante.

Con el aire podemos llegar a tener hasta dos libras de diferencia entre fría y caliente.

– Esa misma cualidad de sensibilidad a la temperatura es la que impide que el neumático pierda presión.

Evitando el riesgo de un reventón o explosión de la llanta.

– Al mantener la presión más estable mejora el agarre de las llantas y favorece el ahorro de combustible.

– Las moléculas del nitrógeno no se expanden, de manera que no hay deformación en las bandas de rodamiento ni en las caras de las llantas.

Desventajas

– A diferencia del aire, las máquinas de llenado con nitrógeno no se encuentran en cualquier bomba de gasolina, debemos buscarlas en un taller especializado.

– Inflar las llantas con nitrógeno tiene un precio, mientras el aire lo podemos encontrar de forma gratuita o lo que nos cueste la propina.

– El aire normal con el que inflamos las llantas ya tiene un 78% de nitrógeno.

Con lo que solamente estamos reemplazando el 21% de oxígeno y el 1% de otros elementos.

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– Muchas de las llantas actuales tienen aluminio en lugar de acero, de manera que no se van a oxidar si las llenamos con aire.

– Si los neumáticos están muy gastados o son de mala calidad, los escapes se producirán más rápidamente, sin importar si los inflamos con aire o nitrógeno, así que esta no es la solución para alargar su vida útil.

En conclusión, podemos probar un inflado con nitrógeno para evaluar y comparar el comportamiento de nuestro vehículo con los diferentes componentes. En caso de no notar una gran diferencia, simplemente volvemos a poner el aire convencional, no hay ningún riesgo.

Por: Adriana Gutiérrez